Aprendizaje autónomo

¿Qué es la autonomía?

Para entender el concepto de autonomía hay que empezar por diferenciar, sobretodo, la independencia de la autonomía. Trabajar con independencia significa hacerlo individualmente pero no por ello necesariamente de forma autónoma. Vamos a plantear la diferencia con un ejemplo bastante representativo:

Suponemos que vemos en una biblioteca a un chico estudiando o trabajando sólo con unos libros y/o apuntes. A simple vista nos puede parecer que ese alumno está trabajando autónomamente, pero para saberlo con detalle deberemos profundizar en su situación y analizar otros aspectos. Si por ejemplo, ese mismo alumno resulta que está trabajando siguiendo las pautas de un enunciado del libro que le pidió el profesor, probablemente no esté siendo autónomo, no tubo que tomar ninguna decisión importante, simplemente sigue órdenes explícitas y realiza el trabajo de forma individual. En cambio, si por el contrario ese mismo alumno resulta que tomó los libros por decisión propia, porque lo que quiere es profundizar más en la materia vista en clase y por lo tanto decidió resolver sus dudas tomando información de distintas fuentes, ese alumno probablemente estará actuando de forma autónoma, ya que tomó una decisión, en función de sus necesidades, recursos y objetivos.

Evidentemente, también se puede trabajar autónomamente en grupo o en equipo, siempre y cuando haya una toma de decisiones sin seguir estrictamente unas pautas marcadas por el docente (ver: aprendizaje cooperativo).

En aprendizaje entendemos autonomía “como la facultad para tomar decisiones que permitan regular el propio aprendizaje para aproximarlo a una determinada meta, en el seno de unas condiciones concretas que forman el contexto del aprendizaje” (Monereo, p. 12, 2001). La autonomía significa ser capaz de tener en cuenta los factores relevantes del momento o situación para decidir cuál es la mejor acción a seguir.

Otro aspecto a tener en cuenta es que para trabajar autónomamente, o sea, para auto-gobernarse a uno mismo hacemos uso de la metacognición (toma de consciencia de nuestra propia cognición).

¿Por qué es importante la autonomía en el aprendizaje?

El objetivo de transferir el control del uso de una estrategia del profesor al alumno es potenciar la capacidad de ése para auto-regularse y tomar sus propias decisiones en un contexto de aprendizaje.

Es por ello que uno de los objetivos de la enseñanza debe ser, pues, generar autonomía en el alumno, es decir, transferirle el control del aprendizaje para que finalmente sea él el que sea capaz de tomar decisiones propias.

Para que una enseñanza sea efectiva y por lo tanto se lleve a cabo un aprendizaje significativo se debe dar la oportunidad al alumno de valerse por sí mismo.

Entonces, las preguntas que debemos hacernos son:

¿Realmente se potencia la autonomía en los alumnos? ¿Se trabaja la meta-cognición? ¿Potenciamos en nuestros alumnos su capacidad de autorregulación, de organización y de planificación?

Si no es así…

¿Cómo generar un aprendizaje autónomo?

Entendemos por enseñanza que favorece el aprendizaje autónomo aquella que ofrece al estudiante la posibilidad de autorregular su propio proceso de estudio y aprendizaje en función de los objetivos y de las condiciones que determinan la consecución de ese objetivo.

Serían útiles, por ejemplo, algunas iniciativas tanto en escenarios presenciales como virtuales que tienden a transferir al aprendiz procesos mentales para el aprendizaje (ya sea mostrando modelos explicativos, casos-ejemplo, auto-informes, compartiendo información con compañeros, etc.).

Por consiguiente podemos decir que aquellos contenidos que logran un aprendizaje autónomo son (Monereo, 2001):

  • Intencionales: ya que se dirigen a un objetivo.
  • Conscientes: son objeto de supervisión y regulación meta-cognitiva constante para no apartarse del objetivo.
  • Sensibles a las variables relevantes del contexto de enseñanza-aprendizaje.

El objetivo del docente estratégico debe ser, en todo momento, transferir el control del uso de una estrategia a sus alumnos para que en un futuro puedan usarla de forma autónoma.

¿Cómo secuenciar la enseñanza?

Fase 1: Presentación de la estrategia

Presentar la  estrategia plasmando y haciendo explícitos el conjunto de cuestiones y decisiones que guiarán el proceso de aprendizaje des del inicio hasta el final, es decir, des que se plantea la demanda hasta que se llega al objetivo.

Podemos hacerlo usando (Monereo, 2001) :

  • Modelado
  • Análisis y discusión metacognitiva
  • El perspectivismo estratégico

Un elemento importante a destacar es que tanto en una metodología como en otra, el papel del docente o instructor es esencial, ya que es quién debe ir dando las pautas y supervisando el desarrollo de todo el proceso ofreciendo las ayudas apropiadas a sus alumnos en función de las dificultades que plantean.

Fase 2: Práctica guiada

En esta fase intermedia el alumno podrá poner en práctica la estrategia trabajada, mediante la supervisión y el control del profesor, sobre todo en los primeros intentos.

Es mejor si las actividades son muy similares a las que se plantearon en la presentación de la estrategia y que gradualmente se vayan introduciendo cambios. Habrá cambios en la rapidez a la hora de adquirir las estrategias, algo normal teniendo en cuenta que cada alumno es distinto, será tarea del profesor adaptarse a cada uno.

Fórmulas metodológicas que favorecen la práctica de las estrategias por parte de los alumnos (Monereo, 2001):

  • La interrogación y la autointerrogación metacognitiva. Las interrogaciones son cuestiones planteadas por el profesor que servirán de guía a la hora de llevar a cabo el procedimiento; y las autointerrogaciones son cuestiones planteadas por el propio alumno (ejemplo: hojas de pensamiento). Objetivo: que los estudiantes consideren la guía resultante un instrumento compartido en el que puedan hacer modificaciones, añadir ítems o eliminar pasos, en función de sus necesidades y preferencias. (Útil en ejercicios de lengua, sociales, naturales y educación física). 
  • El aprendizaje cooperativo. Más que un procedimiento didáctico es un enfoque metodológico que permite a los alumnos que trabajen conjuntamente y que interaccionen, teniendo en cuenta que sus resultados no serán los mismos que sumando cada uno de sus esfuerzos de forma individual.
  • Análisis para la toma de decisiones. Consiste en extraer de un problema, o de la información inicial sobre un determinado acontecimiento, aquellos datos que son relevantes para tomar decisiones posteriores. Sus fases son la identificación, la organización y la deducción de algún principio o ley que establezca alguna relación causal y regular entre los acontecimientos. A partir de ese momento los alumnos están capacitados para adelantarse a los acontecimientos, prever, y por lo tanto tomar decisiones respecto a qué problemas pueden resolver cada principio, e incluso pueden generar problemas en los cuáles haga falta aplicar unos de los principios o leyes.

Fase 3: Práctica autónoma de la estrategia.

La última fase finaliza en el momento en que el alumno o aprendiz ha interiorizado la estrategia, es decir, ha aprendido a identificar cuáles son los períodos críticos en los cuales deberá tomar decisiones y a aplicar el conjunto de acciones aprendidas que deben realizarse. Para que la enseñanza sea estratégica no es suficiente con transmitir operaciones o contenidos, sino que hay que fomentar la autointerrogación sobre la acción a realizar y el análisis de las respuestas existentes. La enseñanza estratégica fomenta la generación de nuevas estrategias en función de la demanda y el contexto, ya que cada situación es distinta de la original (Monereo, 2001).

Los métodos más destacados para esta fase final son:

  • La elaboración de autoinformes
  • La revisión de la estrategia.
  • La evaluación por carpetas (o portafolios).

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Hay que tener en cuenta que por mucho que enseñemos las técnicas y los procedimientos si no actuamos como mediadores competentes trabajando en su zona de desarrollo próximo, el camino del alumno hacia la autonomía puede ser insignificante. Deberemos centrarnos en el alumno y en función de sus habilidades deberemos actuar como mediadores de una manera u otra.

El uso de algunas modalidades concretas genera cambios más sostenibles que otros, como por ejemplo (Monereo, 2001) :

  • La interrogación guiada.
  • La interrogación retórica.
  • El diálogo.
  • La revisión de tareas.

Estas modalidades deberían estar presentes en las sesiones de clase para promover conductas autónomas en los alumnos.

Nota: la mayoría de la metodología citada es apropiada y/o dirigida sobretodo a alumnos de secundaria (ESO).

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Referencias bibliográficas:

Monereo, C., Badia, A., Baixeras M.V., Boadas, E., Castelló, M., Guevar, I., Miquel Bertrán, E., Monte, M., Sebastiani, E.M. (2001): Ser estratégico y autónomo aprendiendo: unidades didácticas de enseñanza estratégica. Barcelona. Graó.