Aprendizaje cooperativo

¿Por qué es importante utilizar el aprendizaje cooperativo?

En nuestras escuelas nos encontramos ante una gran diversidad entre los diferentes alumnos que la componen. Como profesores sentimos que no llegamos a dar una ayuda ajustada a cada uno de los alumnos según sus necesidades específicas.

A partir del aprendizaje cooperativo, los profesores podrían poner en marcha diversos métodos cooperativos que aprovechen y transformen la heterogeneidad y diversidad que tenemos en las aulas en un punto positivo para el aprendizaje de los distintos alumnos.

Tenemos en cuenta que cada profesor tiene su propia forma de trabajar en el aula, y es él quién piensa en qué estrategias y métodos quiere poner en marcha en su aula según las necesidades de su alumnado (Monereo y Duran, 2002). Por lo tanto, el aprendizaje cooperativo se podría entender como un recurso más para gestionar nuestras aulas.

Este apartado pretende ayudar al profesor a decidir si el aprendizaje cooperativo es lo que realmente busca promover entre sus alumnos.

¿Qué es el aprendizaje cooperativo?

Es una metodología que aprovecha la heterogeneidad y las diferencias entre los alumnos para ser esto un elemento positivo que facilita el aprendizaje. Además, potencia las habilidades psicosociales y la interacción fundamentada en valores como la colaboración, la ayuda mutua y la solidaridad. Por otro lado, las interacciones entre alumnos que facilitan el trabajo cooperativo son la base que impulsa el aprendizaje significativo (Monereo y Duran, 2002).

El aprendizaje cooperativo es una metodología que (Monereo y Duran, 2002) puede presentar diversos beneficios para la educación:

  • Aprovecha la heterogeneidad y las diferencias entre los alumnos. De esta manera se puede permitir una aproximación a la educación inclusiva en la cual todos los alumnos son diferentes y se pueden aprender de estas diferencias.
  • Potencia las habilidades psicosociales de los alumnos.
  • Fomenta las interacciones entre los alumnos fundamentadas en valores como la colaboración, la ayuda mutua y la solidaridad.
  • Moviliza, a partir de las interacciones entre iguales, la capacidad de los alumnos para dar ayudas a los otros dentro de la zona de desarrollo próximo de sus compañeros. Los alumnos harán el papel de mediadores del aprendizaje de otros compañeros favoreciendo la interiorización de los procesos cognitivos y sociales implicados.

Sin embargo, algunas concepciones erróneas de los profesores en relación a los métodos cooperativos pueden generar resistencias y dificultades en su aplicación. Algunas de ellas serían:

La clase se les va ir de las manos y va a ser un caos. Es verdad que a la hora de poner en marcha los métodos cooperativos hay más ruido en la clase, pero eso no quiere decir que no haya aprendizaje porque necesitan hablar, discutir, debatir y negociar significados para construir entre los participantes lo que les piden en la tarea. Porque haya silencio no quiere decir que haya aprendizaje, por lo que, el ruido que hacen no se le tiene que atribuir a que están de charla, sino a que están aprendiendo.

Si todo lo tienen que hacer en grupos no les va a dar tiempo a dar la materia entera. Quizá parece que el temario se da de una manera más lenta, pero los aprendizajes son más significativos y la enseñanza puede ser más efectiva. Además, por ejemplo a partir del método puzzle se podría dar un contenido de una manera más rápida (ver método puzzle).

Características de un buen aprendizaje cooperativo:

Las actividades cooperativas que fomenten el aprendizaje tendrán las siguientes características (Johnson, Jonson y Holubec, 1999, citado en Monereo y Duran, 2002):

  • Trabajo en equipo: cada alumno mejora su aprendizaje, pero a la vez, el de sus compañeros porque entre todos generan y construyen un trabajo conjunto. A partir del trabajo cooperativo nos aseguramos que realizan la tarea y por lo tanto, aprenden; y además, todos los alumnos participan.
  • Interdependencia positiva: es la clave para que se pueda llevar a cabo una cooperación efectiva. El éxito de cada miembro está unido al resto del grupo y viceversa. Todos tienen roles complementarios, con lo que cada uno tiene su propia tarea dentro del grupo, que sin cada una de las partes no se podría constituir el trabajo en equipo.
  • Interacciones cara a cara: se maximizan las oportunidades de interacción permitiendo dinámicas interpersonales de ayuda, asistencia, apoyo, ánimos y refuerzo entre los miembros del grupo.
  • Responsabilidad individual: Los participantes perciben que tienen que trabajar por el objetivo común del grupo y se sienten parte del mismo.
  • Habilidades sociales: se practican a partir de los métodos cooperativos.
  • Autorreflexión de grupo: los alumnos reflexionan sobre el proceso que han llevado a cabo y toman decisiones sobre las posibles mejoras.

El hecho de que los alumnos trabajen en el aula a través de un método cooperativo hace que vivencien aquello que aprenden y que se sientan responsables de su propio aprendizaje para asegurar que su grupo aprende. Por lo tanto, el aprendizaje que realizan es más significativo porque lo elaboran los contenidos y se apropian de los mismos.

¿Cómo lo puedo llevar a cabo en mi aula?

Paso 1:

Lo primero que tenemos que hacer es realizar una planeación de cómo vamos a llevar a cabo las sesiones y qué vamos a hacer en cada una de ellas. Esto dependerá, entre otros elementos, del contenido de la asignatura, de los objetivos de la enseñanza y aprendizaje y de las necesidades del alumnado.

Paso 2:

Elegir uno de los diferentes métodos de aprendizaje cooperativo y proponer una actividad en la que se trabaje el contenido concreto a partir de estos:

a) Enseñanza recíproca: Se crean los grupos y se distribuyen los roles que va hacer cada alumno. Cada uno hace una determinada tarea, y en la siguiente sesión rotan los papeles hacia la izquierda. Se distribuyen las distintas funciones mentales. Frecuentemente se utiliza para favorecen la comprensión lectora. Ver más.

b) Puzzle: Se constituyen los grupos de trabajo que serán los que llamamos como “base”. Cada uno de los alumnos tiene que explicar un tema a sus compañeros. Entonces se separan estos grupos y se forman los grupos de “expertos” en los que se juntan todos aquellos componentes que tengan que explicar un mismo tema. Una vez en el grupo de expertos entre todos intentan ver cómo explicar mejor su tema y lo preparan. Una vez en el grupo base cada uno de los participantes explicará su tema según lo haya preparado con su grupo experto.

c) Trabajo por proyectos: Todos los alumnos trabajan un tema global en la clase, pero en subgrupos se especializan en un tema distinto. Se realizan una serie de tutorias sobre el proyecto que lleven a cabo y luego lo exponen ante un tribunal. Luego el profesor y sus compañeros los evalúan.

d) Grupo natural: Esta metodología no es un proyecto de aula, sino que es una propuesta institucional. Dentro de cada grupo clase hay un monitor de asignatura y se realizan consejos en los cuales se exponen las dudas o preguntas acerca de la misma. Pretende fomentar el sentido de pertenencia de los alumnos al centro.

e) Tutoría entre iguales: No significa que ambas personas tengan que ser “iguales”, sino que es una pareja de alumnos en la cual ambas personas aprenden. Ambos tienen un objetivo común y se necesitan el uno al otro para aprender aunque haya una relación asimétrica, en la cual, uno hace de tutor y otro de tutorado. Hay dos tipos de tutoría entre iguales: la primera de edad diferente que por este motivo el rol del tutor y del tutorado es fijo; y la segunda que la edad es similar y el rol es recíproco, es decir, se puede intercambiar porque los alumnos tienen una habilidad parecida. Aún así, el hecho de que las tutorías sean fijas o recíprocas dependen de los objetivos de aprendizaje y enseñanza que persiguen los profesores.

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Referencias bibliográficas:

Johnson, D. W., Johnson, R.T., y Hocubec, E.J. (1999). El aprendizaje cooperativo en el aula. Barcelona. Paidós.

Monereo, C. y Duran, D. (2002). Entramados. Barcelona: Edebé.